domingo, 22 de marzo de 2009

¿Más políticas de mano dura? (PARTE I)

La provincia de Buenos Aires atraviesa desde el 2000, infinitos cambios en estrategias destinadas a combatir la inseguridad, y para ello implementó desde diferentes mandatos, un ambicioso programa de reforma de su sistema de seguridad, lo que implícitamente, termina siendo un resguardo legal para el abuso de poder de los policías bonaerenses.
El 7 de marzo de 2000, Carlos Ruckauf, por ese entonces, gobernador de la provincia, Jorge Casanovas -ministro de Justicia-, Aldo Rico -ministro de Seguridad-, y Felipe Solá presidente del Senado, promulgaron la ley 12.405. Ésta norma, también conocida como la ley Ruckauf, entre otras cosas, permitió a la policía, interrogar a un sospechoso en el lugar de su aprehensión requiriéndole las indicaciones e informaciones útiles a los fines de la inmediata prosecución de la investigación. En este marco, se extendió el plazo para mantener incomunicada a una persona por un lapso de doce horas, y se facultó a los funcionarios para disponer, sin orden judicial, requisas sobre el cuerpo de las personas, sus ropas o las cosas que lleven consigo, sin que existan circunstancias previas que justifiquen dichas medidas.
Según publicó el Comité Contra la Tortura en su informe 2004, “esta ley solo impuso una serie de condiciones que tienden a fomentar prácticas como la tortura y los apremios ilegales (apremios ilegales: un funcionario público priva de su libertad, veja o aplica severidades a una persona, al margen de la ley y con abuso de sus atribuciones, tortura: es el acto de causar daño físico o psicológico intencionadamente a una persona). Hasta la sanción de esta ley, la posibilidad de que la policía tomara declaración a un sospechoso se encontraba expresamente prohibida, pues precisamente se pretendía impedir legalmente situaciones que encubrían prácticas de torturas y apremios, sobre las personas detenidas. Asimismo, la incomunicación se encontraba restringida ya que precisamente es en ese momentos cuando se producen con mayor frecuencia dichos actos.”
Una consecuencia inmediata de la ley, fue la superpoblación carcelaria, y debido a ello, la construcción nuevas penitenciarias en la provincia. Antes de la ley, la cantidad de privados de la libertad aumentaba en un número de 1000 encarcelados por año, después de la ley, el número ascendió 2000 por año. Con el paso del tiempo, la ley Ruckauf se transformó en un embudo: en unos años el sistema penal incorporó diez mil presos, el 70 por ciento aún sin condena, o sea, legal, constitucional e internacionalmente, inocentes.
El 21 de febrero de 2008, la legislatura bonaerense aprobó el procedimiento especial para los casos de flagrancia. En términos periodísticos, este procedimiento incorpora la posibilidad de habilitar el proceso previsto en forma rápida, para los delitos con penas que no superen los 15 años. Con esta iniciativa, el Poder Ejecutivo busca aliviar el colapso que se produjo en el Tribunal de Casación Bonaerense, que cuenta con 7.000 expedientes para su tratamiento.
Según la Coordinadora contra la Represión Policial e Institucional (Correpi), “la flagrancia se explica fácil: significa que al que agarran con las manos en la masa, casi no se lo juzga, y con un proceso sumarísimo, que limita el derecho de defensa, va directo al juicio oral, donde se usa la prueba reunida en el momento de esa detención, en plena comisión de un delito". Por otro lado, la organización explica que la trampa es que el juez va a decidir si está o no frente a un hecho flagrante exclusivamente, por lo que le digan los policías que hicieron la detención y, en definitiva, también la absolución o condena se va a basar en esas pruebas, que en el mejor de los casos, será la declaración coincidente de dos o tres policías que hablarán de "actitud sospechosa", y aportarán uno que otro elemento plantado.
Según un informe publicado por la agencia Télam, la mitad de los procesos judiciales con detenidos, iniciados con posterioridad a la reciente reforma del código procesal bonaerense, se resolvieron mediante el sistema de "flagrancia". El procedimiento permite la resolución directa, en un plazo que no puede ser mayor a los 90 días. En 24 horas se resuelve la imputación del hecho, y en 5 días se hace una audiencia en la que el juez resuelve la excarcelación, el sobreseimiento, la prisión preventiva o acepta que las partes acuerden la suspensión del juicio a prueba (probation) o el juicio abreviado; esto significa que las únicas pruebas disponibles son las aportadas por los policías que hicieron la detención. Si no se dicta el sobreseimiento ni hay acuerdo sobre probation o juicio abreviado, el juez resuelve si mantiene detenida a la persona y convoca a una segunda audiencia dentro de los 20 días siguientes, en la que si sigue sin haber acuerdo, se eleva la causa a juicio, el que se realiza en menos de dos meses.
El Código procesal penal de la provincia, también establece políticas que resguardan las falencias de la fuerza policial: el cambio de carátula o la calificación condescendiente. Este tipo de procedimiento se lleva a cabo por la mayoría de los jueces, cuando la víctima es una persona civil. En los pocos casos en que se llega a una condena por malos tratos, estos resultan inadecuados debido a la errónea calificación que los jueces efectúan de los hechos que juzgan. En este sentido, es común que los hechos se encuadren en figuras delictivas más benignas de las que deberían aplicarse.
En parte, esta situación responde a la indeterminación que gira en torno a los conceptos de tortura y apremios ilegales. El Código Penal, en su artículo 144 establece que, en el primer caso se trata de tormentos físicos y de sufrimientos psíquicos, cuando estos tengan gravedad suficiente; los segundos se definen como severidades, vejaciones y apremios. Como el código no contiene definiciones conceptuales que aclaren la diferencia entre los distintos tipos de malos tratos, la distinción entre unos y otros se determina a partir de la consideración de la intensidad del sufrimiento causado a la víctima.
El Comité contra la Tortura señaló, en su informe 2005, que “la utilización generalizada de la figura de apremios es para encuadrar conductas que claramente caen bajo la órbita de torturas; baste mencionar entre los casos, la reciente tipificación de prácticas como el submarino seco como apremios ilegales, o la tipificación como homicidio culposo de un hecho de torturas seguido de muerte. La calificación condescendiente al aplicar figuras más benignas implica garantizar la impunidad del delito de tortura”. El código Penal establece que para los apremios ilegales, la pena es de 1 a 5 años; para la tortura es de 8 a 25 años; y el delito de apremios es excarcelable.
El gobierno de la provincia de Buenos Aires llevó adelante, en los últimos 8 años, políticas de “mano dura” tendientes a disminuir el delito. Sin embargo, las cifras sobre inseguridad indica que un 73% de la población bonaerense fue víctima de la delincuencia, y un 8% de la fuerza policial, está involucrado en violaciones a los Derechos Humanos...

Si señoras y señores, la mano dura existe! y está claro que no es funcional a la disminución del "delito". Durante las últimas semanas, los medios bombardean con mensajes que no hacen más que aumentar el pánico en la sociedad, producto de "duros" personajes que derepente y con una especie de contagio instantaneo, reniegan sobre una situación instalada hace años en Argentina; mensajes consecuentes de campañas políticas que buscan beneficios individuales.

Por otro lado, se discute la pena de muerte, tan solicitada por estos protagonistas glamorosos o no, que también existe, no en la Constitución, sino conviviendo implicita en el mundo intra y extramuros. Por año mueren centenares de personas, producto de las políticas de estado que endurecen las fuerzas de seguridad; pena de muerte ilegal pero real que tampoco funciona; la sensacion de inseguridad aun persiste, y según los testimonios actuales, parece aumentar en cantidad y calidad, porque cuando la burguesia se siente atacada... al titulo de "famosos con panic atac, amenazados por las clases bajas, piden mano dura y pena de muerte"o bajo la frase "ojalá nunca te toquen un familiar", apuntando a la sensibilidad, y tratando de sumar adeptos a la causa, la cosa se pone más pesada, y cobra innegable trascendencia, como si el dolor de cada familiar de víctimas de "mano dura" y asesinato, no contara como tal.


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Las muertes de la "mano dura" (PARTE II)

En la nota anterior se hizo una breve descripción sobre algunas políticas que implementó el Gobierno provincial para disminuir el delito, que llevadas a los números, han acrecentado el presupuesto para la seguridad. En los últimos 8 años, el dinero destinado a estas acciones, aumentó en 2.593 millones de pesos. En el año 2002 el presupuesto total en servicios de seguridad, esto incluye Seguridad y Sistema Penitenciario, era de 1.247.964.898; en 2008 ese número se triplicó a 3.841.942.660 pesos.



Entre los gastos en seguridad del último año, $2.228.327.340 en personal, sin prever las subas salariales de algo más del 23% para los agentes de la policía bonaerense: un superintendente que cobraba $9.109,91, pasó a ganar $11.093,84. También se destinaron $4.000.000 en motos; se compraron patrulleros nuevos, cada uno costó $ 30.000, y de los 7000 que tiene la fuerza de seguridad, 3000 están en malas condiciones, pero no son dados de baja y se cobra el combustible como si estuvieran en marcha .
El gasto también cubre la capacitación de nuevos agentes al servicio de la comunidad, que renuevan la cara de la policía, y subsidios de $ 2.300 a policías heridos en ejercicio de su actividad. A pesar que la provincia cubre los gastos en seguridad, los municipios bonaerenses destinan de $12.000 a $200.000 mensuales en la materia.

La provincia de Buenos Aires gasta por preso, $2.233. Las leyes, como la 12.405, dictadas por los funcionarios multiplican cada año el número de privados de la libertad; en la actualidad existen 30000 encarcelados, de los cuales el 60% se encuentra sin sentencia. El gobierno gasta en detenidos $66,990 y en personal del Servicio Penitenciario Bonaerense $728.446.340 .
El número de miembros del Servicio Penitenciario en comparación con la cantidad de presos representa el 31.5%, cuando la normativa internacional establece que debe haber dos agentes por cada preso, uno para seguridad y otro para rehabilitar.
El presupuesto total de la provincia de Buenos Aires para el año 2002, superaba los 9.000 millones de pesos, y el de seguridad era de 994.000 millones; el presupuesto para el 2008 fue de 35.000 millones, de los cuales $3.841.942.660 fueron destinados a servicios de seguridad, $2.707.135.486 a salud, y $ 768.187.300 destinados a vivienda y Urbanismo. Los números indican que la distribución de los porcentajes en servicios a la comunidad, benefician casi el doble al presupuesto de seguridad, dejando por debajo a la salud, y el de vivienda y urbanismo materia importante en la sociedad; otro dato interesante es que la provincia, tiene un total 77 hospitales públicos, 350 comisarías, y 40 cárceles.
Las cifras indican un aumento del presupuesto destinado a seguridad y paralelamente, el aumento de inseguridad en la provincia bonaerense. Siete de cada diez personas, fueron atacados por la delincuencia en el último año. El 73% de los encuestados en el ITC -Índice del Temor Ciudadano- de este año, afirmó haber sido víctima -él o alguien de su familia- de algún hecho delictivo en lo que va del 2008.
A pesar de las políticas llevadas a cabo por el gobierno en los últimos 8 años, la sensación de inseguridad ha aumentado considerablemente. Este año, el 81% de la población bonaerense, consideró que corre riesgo de ser víctima de un delito, y el 34% de ellos teme ser víctima de un secuestro. El año anterior, respecto de esos mismos ítems se habían manifestado el 77 y el 22%, lo que representa un aumento del 5%, en el caso del temor al delito, y del 54,5%, en el caso de los secuestros .


Otra cifra que crece

Por otro lado, pero en la misma curva de crecimiento, la cantidad de víctimas de abuso de poder policial también se ha multiplicado. Si bien, las políticas llevadas adelante por el gobierno parecen una sistemática lucha contra la delincuencia, el aumento de la sensación de inseguridad, y el número de delitos, dan cuenta de que esas normas solo facultan a la fuerza policial para cometer transgresiones en cumplimiento de sus tareas.
Desde el 2002 hasta lo que va del 2008, se iniciaron 10589 causas judiciales denunciando a policías bonaerenses y agentes del servicio penitenciario, por violaciones a los Derechos Humanos. Del total 3617 son a policías de la provincia y 1789 a agentes del servicio penitenciario. Del resto, no está registrado a que fuerza pertenece el acusado.
En el 2000, se registraron 408 causas judiciales, en el año 2002 fueron iniciadas 1336, en el 2005 se informaron 1465, en el 2006 un número de 1067 causas, y un resto de 1344 no se encuentran diferenciadas. Desde el 2005 hasta el 2007, las causas fueron discriminadas de la siguiente manera: 2807 fueron por apremios ilegales, 71 por amenazas, 48 por lesiones, 21 por incumplimiento de los deberes del funcionario público, 15 por privación ilegal de la libertad, 7 por homicidio, 7 por abuso de servicio autoridad, 1 por abuso de armas, y 373 sin datos.
El personal de la policía contiene un total de 50.000 efectivos, en tanto que el penitenciario tiene a su cargo otros 13805, el total de la fuerza de seguridad es de 63805 agentes. Si se considera un policía por causa, un 8 % del cuerpo policial estaría implicado en hechos de abuso de poder, y si se consideran 15 agentes del Servicio penitenciario por causa, esto indica que cada empleado estaría involucrado en 2 causas judiciales, por delitos de abuso de autoridad y de arma, tortura, apremios ilegales, homicidios, lesiones, y privaciones ilegales de la libertad. .
Según el informe 2007, realizado por el Comité contra Tortura, en el Departamento Judicial de La Plata las causas llegaron a 776, lo que implica un 7% del total de la provincia. Los departamentos más afectados por las denuncias, son San Isidro, con más de 2 mil causas (21%), y Azul con 1294, (12%) del total. El informe también demuestra que de las 712 causas, establecidas en La Plata, desde el 2000 al 2007, se encuentran en trámite 496, archivadas 11, elevadas a juicio solo 1, en estado de incompetencia y con sentencia ninguna, mientras que 204 se hallan sin datos.
Las causas judiciales registradas, han demostrado un aumento importante de victimas de abuso de poder policial; solo un porcentaje reducido de policías fue culpado como corresponde. El poder judicial avala las prácticas delictivas de funcionarios públicos, y el Gobierno lleva adelante leyes enmarcadas en la mano dura, que otorgan más poder e impunidad a las fuerzas se seguridad, más dinero destinado a la seguridad, y una sensación de inseguridad que se multiplica año a año, en la provincia de Buenos Aires.

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